No sabía que empezaba a ver el laberinto hasta que oí que papá me dijo: «me gusta esa fuerza con la que cantas», poco después me encontraba llorando en la cama. Y parecía que lo veía. En la pared, justo en frente mía. Yo tumbada y él absorviéndome de nuevo. Fue de esos sentimientos que una persona tiene cuando ve a alguien que no quería después de mucho tiempo y sigue guardando la sorpresa de que tal vez, aunque quisiese no desapareció. Tampoco es que el mundo nos deje hacer las cosas a nuestro antojo. ¿Quiénes somos nosotros?
Comentarios
Publicar un comentario