LETARGO.




 Los poemas son como los diálogos de un cine. Sólo en cierto ángulo surge el significado, no se puede añadir ni quitar nada sin destruir la ilusión. Si tan solo mi acompañante fijara la vista en la pantalla, yo podría observar una pieza más de la vida a través de sus orbes. En cada pestañeo con somnolencia pensaría que tuve un sueño de lo más raro. Me refiero a nosotros. Aquí. Justo ahora. Y entonces cuando la sala se volviese oscura y acabemos llegando a casa, esas metáforas me llenaran y me reiré levemente hasta que esa melodía del poema llegue más a mis ojos que a mis oídos y recordaré ese poema como si lo hubiese vivido.

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