Cuando me voy a la cama tengo mi ratito íntimo para pensar.
Hoy he pensado que soy una persona muy humana.
Siento mucho. Demasiado.
Rompo a llorar cuando algo me cuesta o me duele, sobre todo cuando algo no tiene que ver precisamente conmigo, me cuesta no empatizar con la gente, se me hace imposible.
Pienso mucho en cualquier futuro que vaya a venir, si viene bien o hay que ir a buscarlo por si se escapa.
Disfruto y estudio cualquier mínima cosa, desde el sonido de unos pajaritos en un árbol hasta el calor que desprende el sol por las mañanas cuando absorbe las gotas que caen de mi mano. Todo tan intenso.
Mis emociones tienen idas y venidas, puedo reírme lo suficiente como para que me duela el abdomen pero pensar que la vida no está hecha para mí en el mismo segundo.
Espero las cosas malas y se me van muy rápido las buenas, también lo hago cuando sobrepienso mucho.
Yo sé que esto no tiene nada de malo, que al igual que yo hay muchas más cosas que no conozco de mí misma y tengo que aprenderlas, porque yo sí sé que en el mundo siempre habrá maestros para aprendices. Me tocará aprender para enseñar.
Comentarios
Publicar un comentario